Día 1
Zoe llegó a mi estudio de brazos de su mamá y acompañada por sus abuelos. Había comido y dormía plácidamente en el regazo de su madre. Todo era perfecto, el estudio estaba caldeado, las luz suave y todo preparado. Cuando Leticia deposita a su niña en la zona preparada para hacer las fotografías, Zoe se despierta y llora (algo normal en este tipo de sesiones) Una hora tardé en dejarla dormida de nuevo y en colocarle la postura. Cinco minutos me concedió hasta volverse a despertar. Resultado de la sesión, 1 imágen preciosa.
Día 2
El viento soplaba a favor. Zoe, parece que hoy se siente menos extraña. El primer día, me quedé deseoso de poder hacerle alguna foto más. Hoy debe ser el día. Lo tenía todo preparado. Otro plató, otra iluminación y muchas ganas. Zoe llegó muy dormida. No conozco el motivo, pero en pocas ocasiones un bebé de tan solo 14 días me había regalado una sonrisa tan bonita. ¿Qué estaría soñando?
Hoy sí. Zoe se portó como una reina y como tal, merecía su corona. Me concedió 30 minutos y algún cambio de postura que otro. Pero en cuato la «molesté» se terminó la sesión.
Gracias Zoe por venir a soñar conmigo hoy.
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